Un embarazo inesperado les cambió la vida a estas mujeres... para bien
Source: Quadratín Michoacán
MORELIA, Mich., 10 de mayo de 2024.- Un embarazo inesperado cambia la vida, algunas veces porque planes y proyectos se tienen que modificar o quedan truncos, pero otras dan sentido a las madres, sobre todo a aquellas que están en situación vulnerable.
Dar vida se ve complicado cuando el embarazo es de alto riesgo, cuando la madre sufre alguna violencia de parte de su pareja, cuando el padre se hace el desentendido, cuando a la adolescente la corren de su casa o cuando la familia carece de recursos económicos para apoyar, entre muchas otras causas por las que una mujer puede estar en situación vulnerable.
Lupita, por ejemplo, trabajaba en los campos de fresa y padecía mucho porque, a veces, no le alcanzaba para la comida y nunca tenía dinero para cubrir las necesidades de ella y otros tres hijos, cuando supo que tendría un cuarto hijo; estaba desesperada porque no sabía qué iba a pasar con sus niños, pero un día una señora le habló por teléfono para pedirle ayuda para limpiar su casa, acá en Morelia y le pidió que viniera un domingo para mostrarle en qué consistía su trabajo.
A la fecha no conoce a la mujer que la llamó, porque el domicilio que le dio resultó ser el de la fundación Vida y Familia (Vifac), donde se reconstruyó y ahora es una microempresaria de alimentos sanos, trabaja en su casa, surte a tiendas naturistas y de abarrotes, además de tener clientes personales a quienes les entrega su producto en sus hogares.
"Al principio yo decía no voy a poder, si con tres hijos batallo mucho, con cuatro no voy a poder, pero ahora sé que sí puedo y que no habrá un quinto hijo. Su padre se desentendió, yo creo que pensó que era mucho trabajo y mejor se fue, pero ahora ya tengo todo para trabajar, hasta una marca y paso a pasito, con el favor de Dios, vamos a salir adelante", resumió.
Otra madre que dio su testimonio, pero que prefirió guardar su identidad, vivía en Uruapan, tuvo un problema con su pareja, tuvo un "enojo de arranque" y lo dejó, se vino a Morelia a buscar otra forma de vivir y fue cuando se enteró que estaba embarazada y no se le dijo al padre por temor a que la rechazara o peor, que pensara que no era de él; ahora él ya lo sabe y poco o mucho la apoya.
El embarazo acentuó su inseguridad y sentía que no iba a ser capaz de ser madre, pero ya sabe que puede hacer lo que se proponga y, también, gracias a la granola, ha logrado la autosuficiencia económica y darle seguridad a su bebé.
Una más, que también optó por la reserva de su nombre, contó que ella era una beneficiaria externa de la fundación, pero a los cuatro meses y medio ingreso al albergue por complicaciones del embarazo y la falta de dinero para atenderse y sentía que todas las puertas se cerraban porque no podía trabajar y, con una amenaza de aborto, pidió la ayuda que necesitaba.
"Mis papás me dijeron que me fuera con el que me había embarazado, pero el papá de mi bebé es de los que dicen hazle como puedas, pero aún así me fui con él y me maltrataba psicológicamente, con palabras que no eran agradables y aguanté como un mes con él, hasta que dije, yo no me merezco este trato.
"Además, era adicta al cigarro y no podía dejarlo, aunque lo intentaba por mi bebé, pero no podía, era lo único que me tranquilizaba, pero cuando ingresé, me atendió primero un psiquiatra y luego un psicólogo porque venía muy mal emocionalmente porque no me veía como mamá a pesar de tener ya 29 años, fue muy difícil, pero ahora amo a mi bebé y aunque ya estoy lista para salir, siento un poco de temor cuando lo tengo que dejar para ir a trabajar o, cuando llora, no sé qué le pasa, me pongo a llorar con él porque está chiquito", indicó.
Anahí tampoco planeó su embarazo y cuando supo que iba a tener un hijo y que la salud de ambos estaba en riesgo supo que tenía que pedir ayuda, pero no sabía en dónde y de pronto en su perfil de Facebook apareció la información, lo cual no podía creer y pensaba ¿cómo que ofrecen ayuda a cambio de nada? pero con todo y la duda llamó a un número de teléfono y la canalizaron al albergue.
"Yo tomé todos los talleres que ofrecen como repostería y bisutería, asistí a todas las pláticas y me ofrecieron ayuda médica, psicológica, medicamentos, todo lo que necesitaba, pero no solo recibí apoyo económico sino el más importante porque aprendí que si la cabeza está bien, todo lo demás también y salí como una mujer transformada que sabe lo que es la independencia económica, la cual obtuve con una microempresa de venta de baterías de autos y ahí mismo vendo piezas de la bisutería que elaboro", señaló.
El voluntariado
Asociaciones como Vifac no podrían subsistir sin el apoyo del Estado, pero sobre todo de personas generosas que dan su tiempo y su conocimiento para ayudar a otros, entre ellos una chef que pidió omitir su nombre, pero cada miércoles acude al albergue para enseñar a las madres a preparar diversos postres con la idea de que los vendan y puedan empezar a ganar dinero para sus hijos.
Ella tiene 16 años dedicándose a la repostería y su negocio es familiar, ella y sus tres hijas, pero no le gusta enseñar porque se reconoce como muy exigente, pero la directora del albergue, Margarita Arreygue, es su clienta y, en diciembre, cuando le habló de la casa a su cargo, además de ser un mes muy sensible le ocurrieron cosas que la motivaron a apoyar.
"Esto lo vi como algo especial y dije, si un poco de lo yo sé puede ayudar está bien, si son 10 chicas, aunque con dos o una que aprenda y se pueda ayudar para salir adelante, va a ser suficiente, es trabajo voluntario y lo hago con mucho gusto.
"Aunque yo no estuve en la situación en la que se encuentran ellas, tengo tres hijas jóvenes que espero tampoco tengan que vivirla y, en todo caso, espero haya personas que las ayuden a cambiar su vida porque no sabemos cuándo podemos necesitar de la ayuda de otros.
"Yo les digo a las chicas que todo hay que hacerlo bien, con amor y, sobre todo, con mucha limpieza y creo que ayudando a cambiarle la vida a alguna de ellas es una satisfacción que el dinero que pudiera cobrar por los talleres que les doy no me daría; yo las veo contentas, dispuestas a aprender", señaló.
El día visitamos la casa de Vifac también estaba Avelina, una infractora del reglamento de tránsito que optó por el trabajo comunitario en lugar de pagar la multa por estacionarse en lugar prohibido, su labor consistió en ayudar a cuidar a un bebé, mientras su madre estaba en el taller de repostería.
Su forma de ver la vida también cambió porque entendió que le hace falta empatía porque, a veces, estaba tan metida en sus cosas que se olvidó de ayudar a los demás y, ya había pedido permiso para poder volver a llevar algunas cosas que les podrían servir o a cuidar niños porque en su vida está en ese aprendizaje con su hija de cinco años.
VIFAC, la fundación
Margarita Arreygue es la directora de Vifac en Morelia, porque las hay en muchas ciudades del país, donde se presta servicios asistenciales a mujeres embarazadas en estado vulnerable que no cuentan con los recursos suficientes o no tienen redes de apoyo para continuar su embarazo.
Es una asociación sin fines de lucro que no cuenta con subsidios y se sostiene de la caridad, pero si tiene algunos apoyos gubernamentales ya que, por ejemplo tienen un convenio con el Hospital de la Mujer y el Hospital Civil y con algunos ginecólogos particulares para la atención de las mujeres y sus hijos nonatos y recién nacidos porque, en ocasiones, no hay lugares disponibles en los hospitales públicos.
Sin embargo, el apoyo y seguimiento se mantiene por más tiempo ya que les proporcionan ayuda para la lactancia durante otros tres meses y las asesoran en los negocios que emprenden hasta que logran la autosuficiencia económica para las madres y sus hijos.
Señaló que las madres que reciben apoyo invariablemente llegan en un estado emocional que requiere de la atención de psicólogos voluntarios, así como de una consultora que ayudan a elaborar un diagnóstico de lo que son y de lo que quieren hacer y se les ayuda a trazar una línea de vida para que puedan lograr avances significativos.
"Vifac tiene dos objetivos, uno es apoyar a las mujeres para que tenga un embarazo sano físico y mentalmente y lograr que tengan a su bebito y dos, que una vez que lo tengan, cuenten las herramientas para salir adelante con ese bebé, que la mujer no sea dependiente pues si vivió en una situación de violencia o un espacio donde no es el adecuado para ella y su hijo, pues que no tenga que regresar por la necesidad", señaló.
A veces las infractoras, ayudan a cuidar bebés, otras realizan actividades con los niños más grandes y, dependiendo de sus habilidades, también pueden enseñar algo a las madres internas, ayudan con la limpieza o ayudan a separar los donativos en especie que reciben, a repararlos porque están por abrir un bazar para allegarse recursos y, por las condiciones en que se encuentran, solo en ocasiones solicitan infractores masculinos para que ayuden a pintar, con algún problema de electricidad o de plomería.
Han llegado abogadas a cumplir horas de trabajo comunitario y las asesoran y acompañan para resolver los problemas de violencia que sufrían o, si son menores de edad y la familia no supo qué hacer ante un embarazo inesperado y, aunque a veces quieren apoyar no saben cómo hacerlo y las psicólogas que también llegan a pagar una infracción de tránsito los orientan.
Han tenido casos en los que llegan mujeres que prefieren no ser madres y, a ellas se les canaliza a la Secretaría de Igualdad Sustantiva y Desarrollo de las Mujeres o, cuando llegan y declaran que sí quieren tener a su bebé, pero lo quieren entregar en adopción, decisión ante que les canaliza al DIF.
"Aquí no presionamos, cuestionamos ni juzgamos, apoyamos a las mujeres que aun estando en situación vulnerable deciden tener a su bebé, la mayoría de ellas de entre 19 y 29 años y, han recibido a tres menores de edad, pero con el acompañamiento de sus familias. En total, el año pasado ayudaron a 30 mujeres a ser madres, indicó Margarita.